ME DIRIJO A VOSOTROS
Hay que reconocer a Jesucristo como Hijo de Dios y Redentor del mundo, de lo contrario el ser humano volverá a caer en las tinieblas, de las cuales el gran amor paternal de Dios ya le ha ayudado a salir, para que pueda llegar fácilmente a la luz. La luz de la cognición incluye también el conocimiento acerca de la Obra redentora de Jesucristo y, por tanto, un reconocimiento de Jesucristo como Redentor. El hombre Jesús rompió la noche de la muerte; Por medio de Su muerte en la cruz transformó el estado oscuro de la humanidad en uno de luz, porque por medio de Su muerte demostró que hay un camino a la vida eterna, el camino del amor …
A través de su estilo de vida, lo cual coronó con la muerte en la cruz, mostró a los seres humanos un camino que conduce de la oscuridad de la noche hacia la luz más brillante; Así que ha superado este estado de oscuridad, la muerte espiritual, y también ha adquirido para la humanidad la gracia de entrar en la luz con Su ayuda, porque nadie es capaz de hacerlo por sí solo, debido a la voluntad debilitada, que, sin la ayuda del divino Redentor, es influenciada por Su adversario, que quisiera arrastrar de nuevo a las almas que ya tienen un débil rayo de conocimiento, a las tinieblas más profundas. Jesucristo está al lado de estas almas en la lucha contra el adversario; Pero por sí solos son demasiado débiles y sucumben al fuerte poder de Satanás …
El ser humano es el producto de una fuerza creativa que es contraria a Dios, es decir, un ser al que Dios alimentó abundantemente con fuerza y utilizó esa fuerza nuevamente para crear seres que llevaban en su interior su voluntad contraria a Dios … Estos eran seres espirituales que, como productos del poder emanado de Dios, eran también Su parte, la cual Él no abandonará en la eternidad. Pero el poder de Dios, que había sido profanado por la voluntad del adversario, tenía que volver a tomar la forma original, los seres surgidos de esta fuerza tenían que convertirse en seres verdaderamente divinos para poder disfrutar de la bienaventuranza correspondiente a la perfección a su perfección en el mundo espiritual.
Esta transformación se produce en la creación que fue creada para este propósito durante un tiempo inimaginablemente largo. Sin embargo, el adversario de Dios, el creador de esos seres, no quiere permitir esta transformación, por lo que ahora se libra una lucha por esos seres, que el propio ser ha de resolver en el corto tiempo de la vida terrenal como ser humano. Sin embargo, debido a la influencia del adversario sobre Sus criaturas, la voluntad del ser humano es tan débil durante su vida terrenal, que la decisión desde su parte se aplicaría siempre a su creador, es decir, al adversario de Dios, lo que, sin embargo, no puede considerarse una decisión libre de la voluntad, ya que Satanás lo tiene atado de cierta manera. Y por eso Dios vino en ayuda de los seres atados enviándoles un Salvador Que los debería redimir de las ataduras de Satanás, pero que ahora también exigió el libre albedrío.
La voluntad del hombre ahora tiene que decidirse por sí misma si se dirige ahora hacia al divino Redentor o hacia su creador. Pero ahora la voluntad es verdaderamente libre y fuerte cuando aprovecha los dones de la obra de Redención, reconociendo a Jesucristo como Redentor y pidiéndole ayuda en la decisión de su voluntad. Sin embargo, si se ignora al divino Redentor, si no se reconoce Su Obra redentora ni Su Misión, entonces el ser humano queda en poder de aquel que ha puesto en él su voluntad, opuesta a la de Dios, y permanece eternamente en la noche de la muerte, en un estado de profunda oscuridad espiritual, sin reconocimiento de sí mismo y de su relación con Dios como Creador y Padre, como Gobernante de todo lo infinito.
Él permanece para siempre como hijo de Satanás en un estado de infelicidad, atado y esclavizado … en cautiverio eterno. Tiene que buscar absolutamente la ayuda del Redentor, el Único que puede redimirlo del poder de Satanás, el Único que puede rescatarlo del estado de muerte y resucitarlo a la vida, porque Él murió por él en la cruz y con Su sangre lo redimió de aquel que había sido su Señor desde el principio …
Amén